El arte de amar.

Publicado en por Virginia

He visto el dolor que causa este cierto sentimiento.
He visto como una simple amistad se convertía en lo más precioso, como se comparte cada secreto y como entre dos personas se solucionaba cada problema, haciendo de este un grano de arena.
He conocido a un gran hombre, y con certeza afirmo que él, enamorado buscaría en los rincones más profundos de su pensamiento las palabras adecuadas para conquistarla, he escuchado de sus labios pronunciar un juramento noble y sin engaños. Le he perseguido largos años, y en sus ojos he visto el brillo que de la emoción se resalta y en los malos tiempos he llegado a verlos llorar; pero seguía en pie, combatiendo día y noche con su corazón.
Le ví correr, atravesando la lluvia con el fin de esperarla bajo su ventana, sosteniendo entre sus manos húmedas una rosa, haciéndola florecer con la fuerza de su amor.
Le acompañé cuando quiso huir de su presencia, maldiciéndole a la vida, y gritándole al mundo el por qué no pudo amarla.
Ahora vaga solitario aferrando con fuerza los pétalos de una flor marchita por los años, reseca por el descuido de una petición no correspondida, conteniendo aún el aroma de lo que fue y lamentando su pasado.
Se aleja, despidiendo su historia con un final, sabiendo que de ella, su felicidad dependía, y ahora se rinde caminando por una senda en donde yo, no puedo acompañarle.
He visto la decepción que en sus ojos, cicatrizaba.
He visto como en la noche, le sonreía a una vieja fotografía, como le acariciaba los labios al papel, haciéndolo realidad, llegando a sentir, como ella recordaba, el calor de su piel.
He conocido a una gran mujer, y con certeza afirmo que ella, enamorada soñaría con su perfección, con el enlace eterno de sus manos, con una vida compartida, sin la existencia de ningún final. La he perseguido largos años, y en sus labios he visto el ansía de ser besados, esculpiendo en ellos, la esencia del querer.
De sus ojos contemplé ternura, deseos de ofrecer y complacer, haciendo de él, el más dichoso.
La he visto envuelta en llantos, cuando de sus manos le fue regalada una rosa, no contempló más que espinas en una hermosa envoltura, contradiciendo así a la fuerza del amar, rompiendo las leyes que su corazón, dictó.
La perseguí cuando se escondía, arrinconada creyendo serle invisible al mundo, ahuyentando todas aquellas miradas que a ella se dirigían.
Le teme al compromiso, teme a la dictadura del sentimiento que por si solo, habla.
Ahora viaja conociendo el mundo que siempre quiso, sin satisfacción ni capacidad de olvido, recordando día y noche su nombre, añorando sus oídos, los suspiros.
La distancia que de ella me separa es inalcanzable, y de un recuerdo que de mi mente extraigo es su rostro contemplando el cielo esperando a la lluvia caer…mientras, veo que de mí, se aleja.
[Ambos descubrieron juntos el significado de la palabra ‘’amor’’, quisieron desvelar cada una de las letras que la conforman, y era demasiado, no se pudo contener. ‘’El misterio está ahí dentro, en lo más profundo de tu corazón, déjalo ser. ’’]
No fueron uno ni dos los años en los que sus ojos dejaron de contemplarse, fueron más los que acaecieron tan sufrido distanciamiento.
Me encontraba pensando en ellos, desvelando mi memoria y visualizando sus vidas, escenificándolas de tal modo, que parecía una completa realidad.
Cuando inesperadamente al salir a aquella calle, me incluí en el final de la narración; viéndoles a ellos cruzarse, sorprendidos, asustados ante tal encuentro.
El destino les quiso enlazar, cumpliendo la promesa del buen hombre, tal que su rosa volvió a florecer, satisfaciendo la promesa eterna de la gran mujer, tal que sus manos volverían a unirse, reconstruyendo la deforme palabra, devolviéndole el sentido, que tal fuerza desprende…Amor.
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