Las lágrimas más amargas serán las de las palabras no dichas
Tras la ventana veo mis ojos reflejados en un charco de agua, e inclinada observo cómo la lluvia se burla de mí, imitando a mis lágrimas, que se hacen envidiar, haciéndome ver que, hasta ellas logran unirse a otra a lo largo de su vida.
Yo hago que nazcan, y ellas huyen de mí, dejando un rastro de dolorosos recuerdos, siguen un camino frío y oscuro, y mueren cuando de mí se separan y forman allá donde queda mi reflejo, un mar de sal, un sólo elemento, el agua. No puedo distinguirlas, pero tampoco deseo separarlas, me muestran lo poco que de mí queda, ese rostro pálido e inexpresivo, atemorizado por volver a ser juzgado, de ojos irritados y labios sedientos.
Yo hago que nazcan, y ellas huyen de mí, dejando un rastro de dolorosos recuerdos, siguen un camino frío y oscuro, y mueren cuando de mí se separan y forman allá donde queda mi reflejo, un mar de sal, un sólo elemento, el agua. No puedo distinguirlas, pero tampoco deseo separarlas, me muestran lo poco que de mí queda, ese rostro pálido e inexpresivo, atemorizado por volver a ser juzgado, de ojos irritados y labios sedientos.
Cierro los ojos cuando esas nubes grises ansían recogerme en su regazo, exprimir cada gota que mis ojos lleguen a ofrecer, y desembocar, junto a mis recuerdos, en tormenta.
Y es entonces cuando muero en silencio, y allá a lo alto del cielo, descienden las lágrimas de un cuerpo marchito, las cuales alaban mis memorias y alimentan los verdes campos, que en cenizas, relucían.
Las lluvias cesan al amanecer, ese sol que renace despertando al nuevo día y deja como ofrenda, rocío.
Y hoy te ruego, que cuando en tus manos deposites una de estas flores, recuerdes que, fue alimentada con mi dolor, y que tras ella deja, el aroma de un amor olvidado, y que es demasiado tarde para decirte, que la reviví sólo para ti.
Y es entonces cuando muero en silencio, y allá a lo alto del cielo, descienden las lágrimas de un cuerpo marchito, las cuales alaban mis memorias y alimentan los verdes campos, que en cenizas, relucían.
Las lluvias cesan al amanecer, ese sol que renace despertando al nuevo día y deja como ofrenda, rocío.
Y hoy te ruego, que cuando en tus manos deposites una de estas flores, recuerdes que, fue alimentada con mi dolor, y que tras ella deja, el aroma de un amor olvidado, y que es demasiado tarde para decirte, que la reviví sólo para ti.